éramos seis
luego, una se fue por cuenta propia
habíamos sido seleccionadas entre 900 aspirantes
el premio: estar en una casa colonial en el culo del mundo
en una isla tropical
paisaje de ensueño, decía el folleto
los testimonios de otros como nosotros afirmaban que la experiencia
les cambió la vida
parecían tomados de una secta religiosa
probablemente eso fue lo que nos pasó
nos lavaron el cerebro
nos dieron algo en la bebida
por mi lado puedo asegurar haber estado bien pero una noche me dio un black out
tomé conciencia de mí a mitad del cuarto en plena obscuridad
me había quebrado la mano sin saber cómo
nunca sabré qué pasó en verdad
las fuerzas obscuras de la isla me dijeron los nativos
los demonios, los fantasmas, que suelen ir de bromas o regalos sin razones aparentes
no perdí la fe, sin embargo, en el sol, en el agua titilante como una lámpara de un hotel lujoso
demasiada luz natural hay en las islas, eso te lo puedo asegurar
éramos cinco entonces
uní fuerzas con dos de ellas para lo que hizo falta:
las batallas diminutas por territorio, lengua y dominio del espacio personal
había una que salía de su cuarto sólo para comer
otra, la de mayor peligro, parecía salida de un psiquiátrico, dopada, golpeándonos diario con su felicidad aguda en el tono de voz, galopante
Aline, la de Minas, tenía dos botones de funcionamiento: relajado/estrés extremo
Valentina vivía en estado emocional
de tanto buscarse corre el riesgo de dar consigo
vinimos a la isla a hacer algo
pero yo miré al mar con mi mano rota e imaginé la lección más grande
en medio de una isla en el culo del mundo
con el paisaje más hermoso, una acuarela,
yo estaba inmóvil
un barco varado en una roca
una isla dentro de una isla dentro de un mundo
de un planeta
que, mirado de lejos, vía satélite,
era un punto mínimo en el espacio amniótico del universo
miro al mar y confío
en la tabla de madera que debe estar por aparecer pronto ahora
un día de estos
con la luz más violenta encima nuestro