No importa la hora en que llame tu madre
siempre será inoportuna,
he dejado la carne en la sartén,
estoy con un amigo
me estaba bañando y salí empapada a contestar
qué fortuna el amor materno
el hilo sangriento que une
una persona pegada a otra de por vida
sin importar la hora,
la ciudad
el cambio de horario,
llamará, llamará y tú pasmado
reconociendo el número
con el cuerpo escurriendo
atinas a decir,
discúlpame, te marco luego,
estoy a la mitad de algo
qué barato el amor del hijo:
uno es lanzado a vivir
pero no esperan que flotemos por inercia
hay que morder el hilo de sangre
hay que comer de vez en cuando esos márgenes de la cuerda,
manguera siniestra
hay que agradecer porque pudimos haber sido asfixiados
a los dos, tres años cuando por vivir hacíamos de todo: gritos, pataletas
y míranos ahora,
no queremos dar el crédito de la vida,
porque a final de cuentas ¿qué?
respiramos a mitad de algo, y cuando íbamos a ser felices
nos interrumpen