debía irme de mi madre
un viaje
debía ir
al
sol
árboles de patio
hamaca
mesa de comedor
vasos limpios
cubiertos que suenan en el plato
el pollo se atora si comes tan rápido;
a tres kilómetros de aquí, bajo tierra húmeda y fértil
está un ataúd
-tu padre dentro:
lo que queda de él
madera fina no era pero era lo que había en la tienda.
a veces hay que tomar lo que hay;
a 60 kilómetros de donde estás sentado
hay otro ataúd, vista de montañas,
tu abuela dentro.
no recuerdas la calidad de la madera
tampoco recuerdas a la tatarabuela pero hay una foto de ella con un gesto de malhumor, de fastidio,
mientras, tus primos siguen pariendo siete hijos de golpe
como en el pasado
yo abro los ojos como mi sobrino de dos meses, sin saber qué es lo que hay, lo que habrá, por eso tenemos estos ojos de susto,
pero la tatarabuela, por dios, qué gesto es ése, de boca fruncida, debía haber sido un mal día
y mala suerte porque es la única foto de ella,
todo el día trabajo trabajo
y en la noche a hacer más hijos
muchos hijos
que hagan olvidar que todo es trabajo
hijos que cansen los brazos y nazcan con hambre lejana, nunca saciable,
es bueno verlos crecer como plantitas;
15 hijos tuvo la tatarabuela
no había tiempo para imaginar otra vida,
para hacerse daño
preparar la comida, lavar platos, lavar sábanas, quitar y poner pañales de tela, sonar narices, lavar pañales, hacer café, tender ropa, fregar pisos, cocinar, de nuevo lavar platos, la cocina no puede estar limpia, las ventanas con polvo, los hijos, los hijos, los hijos hermosos ocupan todo el tiempo, comen tiempo, chupan tiempo, y mientras lo hacen te toman con sus deditos un dedo tuyo y te miran completamente a tu voluntad y tu amor, ahí son tuyos, ahí podrías poner una almohada en su carita y terminar el aliento frágil, oloroso a leche aún, pero sabes qué es una vida cuando está puesta frente a ti y la dejarás crecer, salir de ti, eres la dueña de ellos,
ay el amor
le hizo creer
que no hay mejor lugar
que en el que está.